PHILIPP FRÖHLICH (Schweinfurt, Alemania 1975)
Del 14 de febrero al 24 de abril de 2019
Al principio sólo quise pintar un cuadro inspirado en el cuento de Hänsel y Gretel: el pasaje en el que los pájaros del bosque picotean las migas de pan que Hänsel había ido echando en el camino para no perderse a su regreso. Después de leer detenidamente el texto me vino a la mente la inmensa riqueza de imágenes que contiene este cuento de hadas y la fuerza artística con la que los hermanos Grimm repiten, varían y contrastan los temas y motivos centrales. Todo esto atrapó mi mente y me indujo a pintar toda una serie (y, al fin y al cabo, toda una exposición) sobre el célebre cuento.
Después de años en los que generalmente mis pinturas tan sólo sugerían la trama, únicamente basada en elementos descriptivos, pero nunca completamente evidentes, en los últimos tiempos me he centrado en la pintura narrativa. Para poder adoptar una actitud más interpretativa, era importante para mí trabajar en un tema que fuera lo más conocido posible, de ahí que se me ocurriera inspirarme en este relato de los hermanos Grimm ya que en la actualidad continua siendo tan fácilmente reconocible por la cultura popular, como en otros tiempos.
Antes de comenzar a pintar estos cuadros los escenifiqué en una maqueta a pequeña escala,
como hago habitualmente. Mis estudios de escenografía con Karl Kneidl han influido mucho en mi planteamiento artístico. Con este método de trabajo separo el proceso de creación de la imagen del propio acto de la pintura, materializando mis pensamientos de forma lúdica –con ensayos y cambios– y dándoles una solución, digamos, «real» o escultórica en la maqueta, que precede al desarrollo pictórico final. Este proceso de maqueta y pintura desempeña un papel importante al ser parecido a ese juego, tanto real como engañoso, que aparece en el cuento. En él los padres engañan a sus hijos y los dirigen a su fatal destino con la excusa de recolectar madera en el bosque; sin embargo, los niños, al escuchar la conversación de sus padres, también acaban engañándoles, tirando piedras en secreto para poder encontrar el camino y regresar a su casa. La imagen de mayor fuerza en este relato es, sin duda, la concepción infantil del paraíso representada en esa casa de pan, bizcocho y azúcar, con la que la bruja atrae a los niños para comérselos después: una secuencia de ficción profundamente insertada en nuestra imaginación y en la cultura popular.
La imagen metafórica de los pájaros que picotean las migajas de pan que Hänsel va tirando para encontrar el camino de regreso a casa de sus padres estuvo en mi mente durante mucho tiempo y fue la que realmente me llevó a trabajar sobre este cuento de hadas. Precisamente, ese tema del sendero marcado que acaba por ser borrado y deja a los niños perdidos en el bosque me fascina personalmente ya que, en pinturas anteriores, traté a menudo la imagen de un camino que dirige la composición hacia el interior del cuadro. Esta ruta determinada desde la posición del espectador hacia el espacio pictórico proporciona una pista clave para dirigir la mirada hacia un sugerente destino, en ocasiones velado o imposible, limitando y definiendo el espacio libre de la pintura. En las pinturas de Hänsel y Gretel, retomé este motive recurrente, especialmente para la composición en la que los padres llevan a sus hijos al bosque, que es, a su vez, el interior del espacio pictórico. En esta ocasión, desaparece ese camino en cuanto las inocentes aves picotean las migas y, por lo tanto, hacen imposible el retorno. El bosque de este cuento me sugiere algo laberíntico que envuelve y esconde realmente un paraje oscuro de aves y fieras salvajes, allí donde los niños son más frágiles y extraños y donde les resulta más difícil sobrevivir.
En ese diálogo pictórico con el relato traté de analizar cada escena individualmente, pero siempre dentro del contexto general, intentando no caer en un esquema rígido. Presté especial atención al tratamiento de las figuras, que representé sólo en la medida de lo necesario con el fin de mantener una cierta apertura interpretativa. Después de dos años de dedicación intensa y de estudio del cuento Hänsel y Gretel, me impresiona todavía la complejidad de esta obra clásica de los hermanos Grimm y por ello ha sido una preocupación muy especial para mí no desvirtuarla.
Agradezco especialmente a mi esposa Esther y a mi hija Henriette por estar siempre dispuestas a posar de modelos para mí, así como a mi ayudante Jorge Cruz, quien ha colaborado de una forma muy eficaz para la realización de esta serie de pinturas.
Philipp Fröhlich
Bruselas, diciembre, 2018