VALERIANO LÓPEZ (Huéscar, 1963)
From March 2 to April 12, 2013
Valeriano López presenta esta exposición temática sobre el universo escolar actual compuesta por una performance para la inauguración y casi una veintena de piezas nuevas en diferentes formatos y soportes que ya desde su mismo título –Secuela Pública- nos da pistas sobre sus intenciones.
Desde su doble condición de artista y profesor enumera, analiza, muestra y desvela los ingentes retos a los que la educación hace frente y las contradicciones entre sus objetivos y la realidad. La exposición se inicia con una pieza que consigna los elementos curriculares de modo exhaustivo como una letanía que trasluce desde su misma enumeración la imposición de un corsé disciplinario estructurado en torno al proceso educativo, pero con una finalidad de dormidera adoctrinadora. Una letanía que se recita desde la resignación de saberse fuera del proceso de cambio, pendiente de fuerzas mayores que dictaminarán el camino a seguir. Al docente sólo le cabe decir: Amén o, como reza la obra, “ora pro nobis”.
Las diferentes piezas manifiestan las realidades de la Institución educativa a través de fotografías, vídeos y elementos de mobiliario escolar intervenidos, adaptados o recreados “que contienen el germen perverso y pervertidor” del Panóptico disciplinario de Bentham. Elementos que responden a las sociedades de control donde se insertan las “secuelas TIC” de la transparencia.
Frente a esta perspectiva, algunos profesionales de la educación se plantean en su práctica educativa qué hacer, cómo conseguir al menos, utilizando la terminología pedagógica, los “objetivos mínimos” y entonces el pedagogo Valeriano deviene en Peda-gogó, en un giro lingüístico donde, como es habitual en su obra, el humor nos conduce a la crítica desgarradora. Éste es el título de dos piezas (fotografía y video) en las que el propio artista se convierte en animador, en entertainer del aula ante una pizarra enmarcada con leds y en la que el tradicional globo terráqueo de clase se ha transmutado en bola de espejos. Sí, los entretendré, nos dice el pedagogó, pero a mi manera.
La pieza Escuela de la Ignorancia recrea esta misma bola de espejos con soporte de globo terráqueo y su título está tomado del libro homónimo de Jean-Claude Michéa, cuya tesis principal es que “el problema de la educación no es la falta de presupuesto o la pérdida de valores, sino que es una cuestión de diseño social, de decisión política consciente para evitar una Escuela de verdad”. No se trata de formar ciudadanos libres y críticos y darles alas para que se desenvuelvan por sí mismos, sino simplemente de distraerlos y ofrecer al mercado mano de obra barata, flexible y encadenada, como vemos en Competencias básicas, la pieza en que tres lápices se convierten en palos de una misma escoba.
El resultado debería ser cambiar la escuela y la práctica docente de arriba abajo como se sugiere en Acción educativa, un reflejo del mundo de los deseos; aunque desafortunadamente la situaciones reales se asemejan más a Secuela de la Medusa. En esta pieza el artista vuelve al motivo de Géricault que ya había tratado anteriormente; pero ahora los sujetos ya no son los inmigrantes, sino nuestros propios hijos, y en este naufragio no hay heroísmo, sino únicamente un aula convertida en inducido botellón.
Ello nos lleva a un tema recurrente en piezas de toda su carrera: el mar, todos los mares, pero principalmente sus vividos y transitados Mediterráneo y Caribe, territorios de frontera próximos o lejanos paraísos de ensueño que sólo esconden trampas y aciagas pesadillas. Pero también el mar como desplazamiento, como lugar de negociación y gestión de territorios e identidades. Y el mar sigue estando presente en Rowing Speed!, instalación conformada por 10 remos-lápiz de 2,20 metros cada uno anclados al suelo que evidencia la rutina disciplinaria y la ingente fuerza que hay que ejercitar para despegarse de los rígidos cimientos de la institución y no quedar reducidos a meros galeotes de la repetición.
Ante este sombrío panorama educativo que los recortes han contribuido a empeorar aún más, Valeriano López enfrenta su obra crítica realizada desde un enfoque valiente, irónico y desenfadado, que empieza en muchas de las piezas ya desde sus efervescentes títulos. Con ello consigue no caer en la desesperanza y en la total inacción, al ser consciente de que la tarea docente no debe consistir, como se refleja en Secuela de Sísifo, en un esfuerzo titánico inútil que hay que volver a emprender una y otra vez. Cuando el pedagogó baila la Secuela tiembla.
Eusebio Morín